El término “Siervo” viene del latín
“servus”, que significa esclavo y
servidor: “siervo de Dios”.
Dos nombres expresan autoridad: Rey: La realeza
del Dios de Israel se extiende a toda su creación y también a los paganos.
“Señor”: Dios es Señor de
toda la tierra. Se invoca a Dios llamándole “mi Señor” traduciendo la confianza
que ponen los servidores de Dios en su absoluta soberanía. Yo dije: ¡Ay de mi, estoy perdido. Yo, hombre de
labios impuros que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con
mis ojos al Rey y Señor Todopoderoso!. Is. 6, 5.
El título de Señor fue atribuido a Jesús desde los
principios, según el testimonio de Pablo que recuerda el símbolo primitivo de
la fe cristiana: “Si confiesas con la
boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucito de la muerte,
te salvaras”. Rom 10,9.
No sólo los apóstoles son llamados a ser siervos de Dios
y de Jesucristo, todos los cristianos somos llamados a ser siervos de Dios.
Pablo, por ejemplo, se llama a sí mismo “siervo de
Cristo, en Romanos 1:1. “Pablo
servidor de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, elegido para anunciar la Buena
Noticia de Dios”.
En la Carta a Tito 1:1, “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo para conducir a los
elegidos de Dios a la fe y al conocimiento de la verdad religiosa”.
En el Nuevo Testamento, Jesús incorporo en sus
enseñanzas, la figura de servidores, para hacer reflexionar a sus discípulos
sobre el premio por la fidelidad, o el castigo por la negligencia en cuanto al
servicio a Dios.
También emplea el vocablo sirvientes para comparar el
perdón de los pecados con la condonación de la deuda de un siervo. Parábola
sobre el perdón. (Mt. 18; 23-34).
El privilegio de servir al Señor no se limita a seres
humanos: “Bendigan al Señor todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su
voluntad”. (Sal 103.21).
HAY TRES ÁREAS IMPORTANTE DE APLICACIÓN DEL
SEÑORÍO DE JESÚS
Dios nos ha dado el tiempo como una bendición más para
el género humano. Es por eso que nosotros debemos dar prioridad en invertir
tiempo en su servicio y en servir a los demás. Pues no quedara tiempo para pecar, cuando estamos
cumpliendo con un horario al servicio de Dios.
Jesús dedicaba tiempo a Dios aun cuando estaba muy
ocupado: “muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantó, salió y
se dirigió a un lugar despoblado, donde estuvo orando. Mc. 1, 35.
Josué también descubrió la necesidad de aprovechar las
horas tranquilas de la mañana para meditar y planear las actividades del día. (Josué.
3,1: 6,12; 7,16).
Debemos
tener claro que:
1. Dios
dispone de cada momento de nuestras vidas.
2. Dios,
Señor universal, ejerce su dominio en todo lugar en favor de su pueblo.
3. Dios
es el dueño de todo
4. Dios
provee la inteligencia como la fuerza para adquirir riquezas
5. Dios
tiene derecho a esperar ganancias por su capital
6. Dios
quiere nuestra bendición en esta práctica fiel del diezmo, las primicias y las
ofrendas.
7. El
Señor desea que nos esforcemos en aprovechar bien el tiempo pues estamos en
tiempos malos.
8. El
buen cristiano debe saber administrar y estimar el valor de cada actividad.
9. Dividir
el tiempo disponible, repartiendo a cada actividad su tiempo según su
importancia.
El Diezmo representa el 10%
de los ingresos que son ofrecidos a Dios. No obstante, cada uno está llamado a
ofrecer su aporte conforme al máximo de sus capacidades y posibilidades en
agradecimiento a Dios por los bienes espirituales y materiales recibidos.
Sus objetivos
1. Fortalecer
la identidad y el compromiso cristiano de los laicos, invitándolos a una mayor
participación en la vida de la Iglesia.
2. Lograr
que en cada parroquia, a través de una catequesis sobre la generosidad, los
fieles descubran que el desprendimiento de sus bienes materiales es parte
esencial de su vida cristiana y que la entrega de su Diezmo los lleva a
incrementar su corresponsabilidad con la misión evangelizadora de su
parroquia.
3. Alcanzar,
a través del Diezmo y la Ofrenda, el autofinanciamiento de las obras
evangelizadoras y de promoción humana de cada parroquia.
Primicia: La biblia nos
enseña la importancia de dar para recibir, dar la primicia es una forma de
reconocer la bendición del Señor y abrir puertas para nuevas bendiciones.
Cuando traemos nuestras primicias, tenemos que tener en
mente que Dios desea en nuestra vida y en nuestras labores: Lo primero, lo
mejor y lo escogido.
Ex. 34, 26. “Ofrece en el
templo del Señor, tu Dios, las primicias de tus tierras”.
¿Qué pasa cuando damos las primicias?
1. Estamos
honrando a Dios al reconocer que él nos ha dado todo. Prov. 3:9.
2. Permitiendo
que Dios cumpla la promesa de llenar nuestras cuentas.
3. El
fruto de nuestra labranza será más grande.
Lev. 19: 23,24.
Ofrenda: Durante la misa,
haces entrega de la ofrenda, que simboliza el deseo de brindar toda tu vida al
Señor, ofreciéndole ante el altar, tus intenciones, necesidades y esfuerzos. La
intención de ofrecerte a Dios, se manifiesta en la contribución que depositas
en la canasta. De esta manera te unes a los dones del pan y el vino que serán
presentados a Dios, en el altar.
¿Para qué sirve?
La ofrenda sirve para participar más activamente en la celebración de la liturgia y para contribuir con las necesidades de tu parroquia. De esta forma estás ayudando a mejorar los medios utilizados en la celebración litúrgica.
¿Para quién es?
Esta ofrenda es para Dios, por ello se realiza en el marco de la celebración de la liturgia eucarística. El apóstol San Pablo nos exhorta a participar en la misa con nuestra ofrenda de la siguiente manera: "Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros reserve en su casa lo que haya podido ahorrar." (1 Cor. 16,2)
La ofrenda sirve para participar más activamente en la celebración de la liturgia y para contribuir con las necesidades de tu parroquia. De esta forma estás ayudando a mejorar los medios utilizados en la celebración litúrgica.
¿Para quién es?
Esta ofrenda es para Dios, por ello se realiza en el marco de la celebración de la liturgia eucarística. El apóstol San Pablo nos exhorta a participar en la misa con nuestra ofrenda de la siguiente manera: "Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros reserve en su casa lo que haya podido ahorrar." (1 Cor. 16,2)
Para ser un verdadero “Siervo”
debemos:
1. Pensar más en otros que en nosotros
mismos.
2. No usar a Dios para ser
admirado para sus propósitos, dejar que Él lo use para los suyos.
3. Pensar que Dios es el dueño de
todo y que nosotros somos solos administradores o mayordomos y serle fiel en su
encargo
4. Entender que no se puede amar a Dios y a las riquezas,
no se puede servir a dos amos. Reconocer que hay que luchar incansablemente con
todo el corazón que como siervo debo solamente amar a Dios.
5. Debemos adquirir disciplina
como siervos de Dios, organizando el tiempo para al servicio de Dios para
evitar comparar, criticar o competir con otros siervos.
6. Pensar que los otros siervos no
son su competencia sino consiervos del mismo Señor, con diferentes dones pero
la misma visión
7. Complacer y servir a Dios, renunciar
al celo y a la envidia ministerial.
EL
DOMINIO DE CRISTO EN LAS AREAS DE MI VIDA
Jesús es el Señor, pero debe llegar a ser efectivamente “mi
Señor”, “mi Rey”. El Señorío de Jesús es total o no es Señorío.
Es
decir, debe ser quien:
1. Decida
en todas las áreas de mi vida y quien gobierne toda mi existencia.
2. El
que dirija todos los deseos y apetitos.
3. El
que tome todas las decisiones de la vida, las grandes y las pequeñas.
4. Abrirle
todos los rincones de nuestro corazón y permitirle que al entrar en ellos los
inunde con su luz.
Jesús quiere ser el centro único de nuestra existencia.
Todo o nada, frio o caliente, pero no tibios.
JESUS NO ADMITE SER SOLO UN ADORNO DECORATIVO EN NUESTRA VIDA, SINO
UN PERSONAJE REAL QUE VIVE EN NUESTRO CORAZON Y GOBIERNE EFECTIVAMENTE TODO
NUESTRO SER
Por
lo tanto, empecemos a
- Dedicar más tiempo para hablar y orar a Dios en privado.
- Leer y meditar la biblia.
- Dar nuestro aporte con el diezmo semanal de trabajo misionero y pastoral.
- Asistir a los servicios y actividades programadas por tu iglesia.
- Dar testimonio de lo que Dios ha hecho en tu vida.
- Sacar el tiempo para servir en la iglesia sin importar cual obra de amor o donde mejor puede ser tal servicio.
- Reserva tu diezmo, ofrenda y primicia.
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